‘Destinados a la infelicidad’, por Antonio Luna

En el marco de las jornadas “Otra Economía está en Marcha”, que se realizaron en Madrid, me surgieron varias reflexiones relacionadas con el actual sistema económico, pero sobre todo con las consecuencias que tienen las acciones del ser humano, hoy en día, dentro de su propia salud.

Cómo afectan éstas a su propia supervivencia no es una cuestión que esté en primera página de los temas a mejorar por parte de las instituciones públicas, pero no por ello es algo a lo que le debamos dar un papel residual. De hecho, la preocupación por la salud mental en la sociedad ha aumentado considerablemente en los últimos años, así como los problemas derivados de la psique. Entre 1990 y 2013, el número de personas con depresión o ansiedad ha aumentado en cerca de un 50% (Datos extraídos de la OMS).

Así que, ¿cómo deberíamos afrontar este problema? ¿Basta con gastar miles de millones de euros en antidepresivos u otros derivados, o quizás la solución se encuentra en conocer la causa de todo esto?

Almudena Hernando dió con algunas claves en su conferencia sobre la “fantasía de la individualidad”. Apuntó que conocer tus deseos o metas en la vida, y además cumplirlos, da seguridad en uno mismo. Así que si, de lo contrario, estos objetivos no se cumplen suele surgir la frustración y la ansiedad. Parece que gran parte de los problemas psicológicos que afectan hoy en día a la población podrían derivarse del tipo de metas que nos proponemos o de qué consideramos importante para nosotros.

En un mundo donde cada vez ganan más peso las redes sociales y, con ello, la obsesión de mostrarnos ante el mundo como seres perfectos, o donde aparece la necesidad de poseer cada vez más bienes, la mayoría de ellos innecesarios, cumplir todos estos objetivos resulta una tarea casi imposible de lograr para la mayoría de las personas. Más aún si la brecha salarial y la desigualdad económica siguen en aumento.

Es un hecho que nos centremos demasiado en el individualismo, que es al fin y al cabo una ilusión. La identidad real del ser humano, tal y como apuntaba Almudena, reside en las emociones que transmiten las relaciones entre personas.

Entonces, ¿en qué momento de nuestra existencia decidimos dejar de humanizarnos, sustituyendo las relaciones afectivas por la necesidad de poseer atributos o bienes materiales? ¿Qué o quién nos hizo cambiar totalmente la forma de pensar?

Una respuesta segura es que hasta que no dejemos de aceptar esta cultura del consumo y de la alimentación del propio ego resultará una tarea muy difícil atajar los problemas psicológicos que nos rodean. Además, apuntaría a que existen muchos intereses detrás como para que ésto se frene de la noche a la mañana. Los grandes poderes económicos no nos ven como personas, nos ven como consumidores.

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