
En España ha aumentado la pobreza laboral, afectando jóvenes y mujeres, pero en mayor medida a otros colectivos “no marginales”. En los tiempos que corren, tener trabajo no te excluye de la posibilidad de estar en riesgo de exclusión social y eso se debe a dos características estructurales de nuestro país: la alta temporalidad de los contratos y la poca incidencia de las prestaciones sociales.
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