Los días 12 y 13 de Diciembre tuvieron lugar en Madrid las Jornadas “Otra Economía está en Marcha” organizadas por Economistas sin Fronteras. La temática de las Jornadas se dividía en tres bloques principales: #OtrasFormasDeMedir, #OtroDesarrollo y #OtrasPolíticasEconómicas. El último bloque contó con la participación del economista Juan Francisco Martín Seco, hablado de otra política fiscal.
La importancia del sistema fiscal
Nada más empezar, Martín Seco nos aclara que “el tema fiscal es ante todo un tema político, no es tanto un tema técnico”, aspecto que olvidamos con bastante frecuencia. Las decisiones políticas condicionan de forma directa el sistema fiscal, y aunque nos quieran hacer creer lo contrario, podemos actuar para idear el sistema fiscal que se adecue al tipo de Estado que queremos. “¿Queremos un Estado neoliberal o queremos un Estado del Bienestar?”, ésa es la pregunta que se hace Martín Seco, destacando la falsedad del argumento que se esgrime en muchas tertulias de radio y televisión que afirma que debemos tener la economía del bienestar que nos podamos permitir. Esto vendría a ser una simple excusa para no entrar en el debate de qué sistema fiscal se adecua mejor a las necesidades del Estado del Bienestar, rindiéndose a las demandas de la economía neoliberal.
A pesar de pertenecer a la Unión Europea y de haber cedido parte de la soberanía en materia fiscal, contamos con suficiente margen de actuación para decidir si queremos que cuestiones como la Sanidad o la Educación se financien de forma pública, o si se financian estableciendo un precio. La política fiscal es imprescindible para lograr una adecuada redistribución de la riqueza.
¿Cuál es la situación actual en España?
Martín Seco destacó en su ponencia que el problema del déficit no ha sido provocado por un aumento excesivo del gasto público, sino por una grave bajada de la recaudación que comenzó nada más estallar la crisis. La presión fiscal en España está por debajo de países como Grecia, Polonia, Estonia, Portugal, Malta, República Checa, Chipre, Hungría o Eslovenia. Dado el diseño actual del sistema se da la paradójica situación de que la presión fiscal acaba siendo mayor en las rentas bajas en vez de en las rentas altas. También la progresividad de los impuestos parece que ha caído en el olvido en la mente de los gobernantes.
Existen cuatro instrumentos que sirven para ayudar a la redistribución de la renta: el Impuesto sobre la Renta, el Impuesto de Sucesiones, el Impuesto de Patrimonio y el Impuesto de Sociedades. El Impuesto sobre la Renta ha dejado de ser un impuesto global para pasar a ser un impuesto que tributa por separado las rentas del trabajo y las rentas del capital. Las rentas del capital tributan mucho menos que las rentas del trabajo, ayudando incluso a la acumulación de capital. El Impuesto de Sucesiones y el Impuesto del Patrimonio complementan el Impuesto de la Renta, ya que hay determinados bienes que no generan rentas pero sí generan acumulación de capital. El tremendo error ha sido ceder la competencia a las Comunidades Autónomas, dando lugar a una disparidad entre los ciudadanos de diferentes territorios y entrando en la pugna por ofrecer el impuesto más bajo, con el fin de atraer capital de fuera. Por último, el Impuesto de Sociedades no cumple su función cuando se introducen grandes deducciones fiscales. Martín Seco predice que la nueva reforma que ha presentado el ministro Montoro no va a servir para eliminar la injusticia producida por el impuesto.
El fraude fiscal
Para terminar su ponencia, Martín Seco nos habló de un problema que está a la orden del día: el fraude fiscal. “Ha faltado la voluntad política de controlar el fraude fiscal”. Así lo señaló nuestro economista, para el que el IRPF debería ser público y accesible por los ciudadanos, consiguiendo de esa manera una mayor persecución del fraude fiscal. La “vergüenza pública” quizá conseguiría disuadir a tantos defraudadores que vemos diariamente en los telediarios. Es imprescindible consolidar el delito fiscal como único instrumento realmente disuasivo, algo que vemos que no funciona en este país. Cada día vemos cómo gente y más gente roba dinero y no entra en prisión.
En la actualidad son muy criticadas las grandes fortunas, que cuentan con unas elevadas ventajas fiscales, mientras que las clases medias y bajas están prácticamente asfixiadas por los impuestos. Todo el mundo opina, pero no nos ponemos a reflexionar seriamente cómo solucionar el grave problema fiscal que tiene nuestro país. La ponencia de Juan Francisco Martín Seco nos dota de una visión general de tema fiscal y propone soluciones a los grandes problemas del sistema actual. Quizá me haya faltado una referencia a la actual desconfianza existente en la clase política, que es en el fondo aquella que gestiona las recaudaciones. Si hoy a un ciudadano de este país le dices que la presión fiscal en España es muy baja y que hay que subir los impuestos, lo más probable es que no te dirija bonitas palabras. Y es que claro, con el panorama político que tenemos actualmente en los telediarios y las incesantes noticias de corrupción, nos deprimimos al ver que todo el mundo que ha tocado dinero público se ha llevado una parte a su bolsillo. Es difícil confiar en que el dinero que aportamos todos los ciudadanos sea gestionado por una persona honesta. Para mí, resolver esta cuestión es fundamental, estableciendo controles estrictos al dinero público y cambiando la forma de pensar colectiva del país.
Una vez resuelto el problema de la desconfianza política, se deben acometer todas las medidas antes comentadas. Debemos hacer que los impuestos sean suficientes para mantener el Estado del Bienestar, y a la vez consagrar el carácter progresivo de los mismos, es decir, que cada cual pague lo que le corresponda atendiendo a su nivel de renta. Solo así conseguiremos que los impuestos sean un verdadero instrumento redistributivo que mejore la sociedad en la que vivimos. Para concluir, como bien dijo Martín Seco al comienzo y al final de su ponencia, el camino para resolver los problemas del sistema fiscal es simple: tener voluntad política.
Por Fabio Casalegno Jiménez.