La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Eduardo Galeano
Con frecuencia en la historia parece haber grandes huecos, periodos de tiempo tan largos, incluso décadas donde no surgen movimientos y de pronto muy de pronto, se dan saltos que mueven la conciencia de los pueblos. Sin embargo, nada es espontáneo y menos repentino, todo es un proceso de acumulación de circunstancias y son éstas las que permiten ver transformaciones en un corto espacio de tiempo.
Existen espacios de dialogo como los que vivimos en el pasado encuentro de otra “Economía esta en marcha”, que esbozan guías para plantear alternativas a nuestro sistema actual. Pero antes del dialogo existió el silencio, y aún existe el silencio, y quisiera empezar por el, por el silencio, porque el silencio nunca ha estado vacío y porque muchas veces es la mejor manera de comunicarnos. Actualmente estamos viviendo en España expresiones de participación de la sociedad organizada, ejerciendo el más pleno ejercicio del derecho a hacernos escuchar. Sin embargo, hay quienes aún callan y dependiendo el contexto algunos lo hacen por sobrevivencia y otros por neutralidad. A los primeros los respeto y a los segundos procuro no juzgarlos, pues más que neutralidad parece complicidad y en unos más cobardía o indiferencia.
Actualmente es habitual tener noticias sobre asambleas populares o comunitarias. La explosión social en plazas de diferentes países que abren espacios de debate y de acción unitaria, acciones no vistas en muchas décadas y que están limitando los espacios que se creían ganados por las clases dominantes, y que sin duda está empoderando a las clases populares, esta regenerando la conciencia colectiva y está logrando que salgan del armario de la indiferencia.
Como digo, nada es repentino y es muy motivante ver la efervescencia de distintas formas de organización que no es más que la participación efectiva, directa, activa, clara… De todo menos repentina. Los cuestionamientos al sistema económico neoliberal desde el ecofeminismo van cobrando cada vez más importancia en la dinámica social, se ha pasado del ¿Eco… qué? a conformarse como una nueva dinámica social que se establece como soporte fundamental de la nueva sociedad, más que la división de miradas es la suma de diálogos y de herramientas de construcción de utopías colectivas.
Las alternativas al modelo neoliberal no son algo espontáneo y efimeró, mas bien lo asemejo a una forma de energía que no se esta creando y mucho menos destruyendo, simplemente se está transformando a modelos de vida que efectivamente sostienen los procesos básicos de nuestra vida en nuestro planeta. Y creo que esas transformaciones son resultado de hacer frente a años de censura, de opresión, años de silencio y sobre todo de un hartazgo colectivo.
El ecofeminismo vine a poner en el centro del debate la vida y toda la labor invisible de cuidados de la naturaleza. En el modelo neoliberal, la naturaleza ha sido considerada como factor de producción al servicio del hombre y del capital, en todos los discursos sobre la sostenibilidad, es manipulable y explotable, a limites racionales, con cuidado, pero siempre utilizada como recurso. Todas estas disertaciones hablan de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las necesidades futuras. El problema está en que el hombre por naturaleza es un ser de necesidades infinitas, con recursos limitados e insostenibles de mantener a lo largo del tiempo, olvidando que de la naturaleza provienen todos los tipos de vida.
Si bien se admite que no hay una única idea para entender el ecofeminismo, se admite su dimensión multicultural ya que refleja las perspectivas locales de los pueblos. Desde el nutrido, solido y coherente dialogo de Yayo Herrero y Santiago Alba Rico necesariamente nos invitan a colocar la mirada en la sostenibilidad de la vida; la sostenibilidad de las culturas, de los paisajes, de los recursos; más allá de la dependencia de los recursos limitados, por la idea misma de una armónica convivencia con la naturaleza. Visibilizar las practicas históricas de cuidados hechos por las comunidades no es garantizar el largo plazo para la satisfacción de las necesidades sino hablar de vidas que merezcan la pena ser vividas, aceptarnos como seres encarnados en cuerpos vulnerables que en unión con la naturaleza necesitan de cuidados.
Vandana Shiva, autora que sentó las bases del ecofeminismo, entiende la naturaleza no como propiedad física, sino como un hogar ecológico y espiritual y denuncia, “sin ningún país como hogar estable, y con todo el mundo como propiedad; el otro ha perdido incluso la movilidad en el marco de sus raíces”. Así existe un desarraigo generalizado encerrado en ideas de progreso y se encuentra en una emergencia por recuperar los saberes no por la idea de identidad sino por la venta de identidades.
Diversas activistas ecofeministas han mostrado a las mujeres como las primeras víctimas de los deterioros ambientales posicionándolas como las protagonistas de la defensa de la naturaleza, de lo ecológico basado en el equilibrio y la diversidad planteada como una oposición al poder y dominación ejercida sobre la naturaleza en nombre del llamado desarrollo.
El ecofeminismo ante el neoliberalismo es una propuesta que demanda la necesidad de integrar diversas miradas críticas que puedan estar en dialogo y se retroalimenten. Elimina la idea antropocéntrica de naturaleza al servicio del hombre y da presencia a todos los tipos de vida del ecosistema. Quita la mirada del mercado y de los flujos monetarios, para centrarla en los procesos que sostienen la vida, sugerencia que promueve un proceso creativo y vivo como principio femenino del cual surge toda la vida.
Frente al avance del modelo extractivista y neoliberal que cosifica la naturaleza, además del ecofeminismo han surgido distintos planteamientos como la Ecología Social, el Decrecimiento, la Soberanía Alimentaria y el Buen vivir, que intentan fortalecer a los procesos reivindicativos resultados de la defensa del territorio. La Ecología como ciencia que piensa la naturaleza en términos holísticos pone en evidencia la incompatibilidad de los ciclos de vida, por un lado, con los ciclos económicos por otro. El ecofeminismo primero se da a la tarea de desmitificar la concepción tradicional de ecología basada en el paradigma capitalista, explicando las complejas relaciones entre el progreso y las relaciones de poder-dominación ejercidas sobre la naturaleza y la humanidad. Es un posicionamiento que coloca en el centro a la vida, replantea el tipo de vida digna que merece la pena ser vivida y recupera el respeto por todos los tipos de vida.
El momento en que se abre la perspectiva a nuevas ideas y se cuestionan las propias, permite abrir paso a un pensamiento crítico. Dar lugar a pensadores críticos de su desarrollo y de su realidad, da posibilidad a que no den por verdadero un hecho si antes no lo han cuestionado y comprobado o refutado; es decir, la posibilidad de pensar sin prejuicios ni esquemas mentales coercitivos; el ampliar esta habilidad, brinda además la oportunidad de analizarse a sí mismo, lo cual permite como individuos restructurarnos y plantear esa salida a la crisis civilizatoria que nos está tocando vivir, fortaleciendo las resistencias y desarrollando la lucha por lograr un mundo con libertad, gestando las más amplia solidaridad no vista en muchos años.