Recientes estudios por países de la Unión Europea relevan que la maternidad sigue valorándose como un grave problema en nuestras sociedades desarrolladas, a pesar de existir una legislación que supuestamente nos previene de la discriminación por tener hijos. La evidencia muestra la complejidad de una situación que requiere de actuaciones integrales y no la mera aprobación de leyes. Lejos de ser una preocupación de primera magnitud, esta realidad se extiende por todo el mundo, afectando mayormente a mujeres de los países empobrecidos, y reclamando el diseño de medidas eficaces.
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