‘¿Será posible cambiar?’, por Jesús Portillo

El pasado 9 y 10 de marzo tuvieron lugar en Madrid las V Jornadas otra economía está en marcha. Con la participación de la socióloga holandesa Saskia Sassen, la antropóloga Almudena Hernández, una agradable tertulia entre Yayo Herrero y Santiago Alba Rico y por último la presentación de un proyecto de producción local y soberanía alimentaria a cargo de Silvia Piris Leukona, Miren Saiz Alzugaray y Mikel Kormenzana Okeranza. Finalmente, las jornadas acabaron con un distendido microteatro de improvisación a cargo de El pie varo.

En este escrito aporto un pequeño análisis de lo que se dijo a lo largo de las jornadas acompañado de unas reflexiones más personales y lo que creo que puede ser un desarrollo interesante de algunos conceptos que allí se trataron. Todo ello enfocado desde el punto de vista de los tres pilares del desarrollo sostenible (económico, medioambiental y social).

Este tipo de jornadas te hacen ver el planeta en el que vivimos y la humanidad que ayudamos a componer y con ponentes como los que conocimos allí es muy difícil no lanzarse de cabeza a una interesante reflexión.

La COP21 (2015) (Conferencia de las Partes, órgano superior de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático) advirtió de los peligros de una subida de dos grados de la temperatura global. Este hecho tendría consecuencias catastróficas, entre ellas la subida del nivel del mar con todo lo que esto supondría para los enclaves humanos.

Saskia Sassen nos mostró uno de los efectos del modelo de vida y producción actual de la humanidad, perfectamente reflejado en el prácticamente desaparecido Mar de Aral, que en cuestión de 20 años vio reducida su superficie drásticamente. Es paradójico que ese mar desaparezca mientras nos advierten de que si seguimos así el nivel del mar puede ponernos en peligro.

Igual de ambiciosa es la idea que comentó Sassen en las jornadas de que ya que hemos llevado el planeta a un estado crítico en muy poco tiempo e igualmente podríamos arreglarlo en un periodo reducido. Esto es solo un modelo teórico que sigue el paradigma de la informática pero que no hayamos encontrado un método rápido y eficaz no significa que no exista.

No solo de reducción de emisiones y lucha contra el cambio climático está necesitado el planeta. Los objetivos de desarrollo sostenible se basan en el modelo de 1987 acuñado por la Comisión Bruntland de Desarrollo social, medioambiental y económico. No se entiende un planeta a salvo medioambientalmente si en él las personas no van a poder gozar de un nivel de vida digno, libertad y respeto.

Y en este sentido también tuvimos grandes contribuciones a lo largo de las jornadas, donde uno no pudo evitar sentirse invitado a revisar las actitudes y comportamientos que muchos compartimos.

Almudena Hernández, experta en Prehistoria, parte con ventaja para responder a esta pregunta. Su conocimiento de cómo fue el mundo de las primeras ciudades, los pioneros en la jerarquía social y los inicios de las primeras sociedades ayudan a vislumbrar como ha sido la transición hacia el abandono de la comunidad y la búsqueda de una individualidad ilusoria. Hernández sabe que el desarrollo trajo la diversidad laboral y que eso trajo la división social, la ciudad después se encargó de ultradividir a la sociedad y esta misma se encargó de clasificar a las personas y oficios por su utilidad.

El modelo capitalista nos ha regalado muchísimas ilusiones, entre ellas la de poder vivir sin el grupo. Esto se consigue con sensación de seguridad que adquirimos de una forma u otra a lo largo del día, uno de los mecanismos más poderosos es tratar de explicar el mundo. Tal vez esta sea una de las principales obsesiones actuales, ser la cámara detrás de la cámara. Poder señalar a la anterior generación y decir: “No seremos así”

Puede que esa rebeldía nos haya llevado al modelo de individualización con el que intentamos vivir actualmente.

Este modelo de falsa individualidad según la autora se contrapone a la identidad relacional, entendida como la naturaleza real humana, y es un intento de sentirnos más poderosos y menos vulnerables, más individuales y menos dependientes, más ligados a la tecnología como creación del ser humano y menos a la naturaleza. Este nuevo estilo de vida viene además potenciado por el patriarcado, que nos ha hecho ver determinadas conductas sociales en dos grupos: naturales y culturales. Yayo Herrero diría algo que apoya esta tesis y es que el hecho de que un hombre cocine es algo cultural, novedoso mientras que cuando lo hace una mujer es algo natural.

Desde mi punto de vista ese auge del individualismo ilusorio de Almudena Hernández choca con la sociedad de las masas que se viene estudiando desde que Gustave LeBon acuñase el término. Esa sociedad que diluye la responsabilidad en la masa está siendo responsable de muchos pasos hacia delante y hacia atrás.  Debo volver a mencionar Twitter como muestra de ello, donde las masas consiguen que un libro se deje porque no gusta en su sistema de valores, cayendo en la incoherencia de pedir que es inmoral prohibir un libro por sus contenidos cuando sucede con uno más preferido.

Después de ver y leer tanto vivimos en una vorágine de confusión. ¿La red es la nueva tribu con nuevas jerarquías? ¿El capitalismo nos está individualizando? ¿Estamos abandonando la naturaleza o simplemente la estamos transformando? ¿Cómo de buenos o malos son todos estos cambios a los que nos encaminamos?

La vuelta a la naturaleza debe producirse no de forma radical, los casos de contaminación por consumir productos no certificados o el auge de los antivacunas no temerosos de las enfermedades como el sarampión que por suerte ya son cosa del pasado apuntan a que el aterrizaje en la naturaleza no debe ser un aterrizaje forzoso como se dijo en la ponencia. Piénselo, ¿se lanzaría usted a una piscina para aprender a nadar sin tener ni idea? La vuelta debe ser con muchísima información, pedagogía y escalonamiento.

Tenemos más medios, educación y desarrollo que nunca. ¿Qué hace falta para conseguir una economía igualitaria y un desarrollo sostenible? Situándonos donde nos colocó Almudena Hernándo, en un mundo donde no había división del trabajo y por tanto no había división social (más allá que hombres y mujeres) cabe imaginar que una posible vía para la humanidad sea empezar a pensar como especie y no como nacionales de un país, pertenecientes a una clase o empoderados por los fondos en una cuenta corriente.

Siguiendo el esquema de Darwin el ser humano es fuerte, sabe adaptarse a los medios que ha ido encontrando, es capaz de habitar el desierto, la tundra e incluso el espacio exterior. Por ello cabe esperar que sea capaz de conseguir el objetivo de desarrollo sostenible, evitar el cambio climático, conseguir una economía justa que no deje a nadie de lado, respetarse a sí misma, a su medio y reconocer tanto su naturaleza animal como su creación artificial. El ser humano ha mostrado que es fuerte, este objetivo debe estar a su alcance.

O no.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.