‘La fantasía de la individualidad’, por Elixabet Peña

Los pasados días 9 y 10 de Marzo tuvo lugar en el espacio cultural Medialab-Prado de Madrid, una jornada que llevaba por título “Otra Economía Está en Marcha”, con el  objeto de reflexionar sobre el modelo económico que tenemos y sobre el que aspiramos a construir.

Allí pude entender la necesidad de concebir esta tarea con un enfoque multidisciplinar, y sin el cual he podido constatar que sería bien complicado o me atrevería a decir imposible afrontar el reto planteado. Fue para mi persona una gran sorpresa que pudiéramos compartir ese espacio de reflexión personas de tan dispares ámbitos (periodismo, filosofía, antropología, matemáticas, economía, psicología…).

Pues bien, a día de hoy veo tan clara esta necesidad de abarcar nuestra economía de esta manera tan trasversal, que me hace darme cuenta de la idea tan naif que tenía  con anterioridad a la realización del evento.

No obstante, y sin desmerecer a los otros ponentes como Santiago Alba Rico, Yayo Herrero López, o Saskia Sassen, quería hacer una mención especial a la ponencia de  Almudena Hernando. Me pareció una autentica maravilla y placer tener la suerte de poder escucharla. Elijo “la fantasía de la individualidad” pues creo que resulta vital para comprender el modelo económico actual hacerlo previamente acerca de lo debatido por la ponente citada. Comprender de donde hemos venido, para así tener un punto de partida que posibilite entender más el modelo social y económico actual. No solo remontándonos a la historia sino a la prehistoria. Ello, nos ayudará a desmontar la fantasía creada.

Resulta imprescindible empezar entendiendo el concepto de la identidad, es decir, lo que somos.

Lo primero que tenemos que hacer es distinguir dos grandes etapas o sociedades. Una más primitiva en la que todos los seres humanos tenían una identidad relacional, y otra en el que se pueden vislumbrar seres con identidad relacional e individual. A continuación expondré los dos casos:

En las sociedades primitivas no existía una división de funciones. Hombres y mujeres pertenecían a un grupo, y tenían los mismos patrones de comportamientos. Eran reacios al cambio, puesto que tenían poco control de su entorno. Recurrían a la sacralización de la naturaleza fundamentalmente para encontrar soluciones a lo que les acontecía, y este hecho les proporcionaba seguridad para sobrevivir junto con esa necesidad de pertenencia a un grupo (para sentirte seguro).

Comentar brevemente un caso concreto que se expuso: el caso de una madre en una tribu que explicaba las discapacidades de su hijo a través del poder del rio. Afirmaba: ”de pequeño bañé a mi hijo en el rio, y éste le quito el alma”. Además estas sociedades creían que eran pueblos elegidos, afirmando éstos que los dioses los habían elegido para enseñarles cómo comportarse. Todo ello contribuía a la seguridad, motor de vida. Por tanto, se convertían en objetos.

Las sociedades complejas a medida que tienen un mayor control de la naturaleza y fenómenos que les rodea, a medida que pueden ir dando respuestas a sus preguntas a través de las ciencias, tenderán a la individualidad. En sentido contrario, los seres humanos primitivos tendían como digo a la sacralización de aquello que no controlaban, y les llevaba a construir una identidad relacional (más control igual a individualidad; menos control igual a identidad relacional). A mayor control se fue  perdiendo esa necesidad, se fue difuminando.

Con la llegada de la especialización del  trabajo, el hombre se fue individualizando, pero las mujeres hasta la modernidad no perdieron la identidad de género femenina- identidad relacional. Es decir, ellas se van a concebir como: “hijas de”, “madres de”, “esposas de”, etc. Además, van a realizar actividades que no impliquen cambio (actividades doméstica, de costura…) y van a seguir recurriendo a buscar un poder que vele por ellas (sacralizando aspectos de la naturaleza y el hombre).

Todo ello nos hace ser conscientes de que la herencia actual que tenemos, el orden patriarcal, es fruto de este proceso evolutivo.

Antes de exponer la conclusión, es preciso dar otra idea, ¿Por qué hablamos de la fantasía de la individualidad? Según Almudena, el ser humano aunque lo niegue sabe que no puede vivir solo, ya que es completamente impotente. Saber que está solo le crearía angustia, impotencia… Recordemos por ejemplo a las tribus urbanas, que generalmente cada uno de sus miembros vienen de familias desestructuradas y cuentan con importantes limitaciones personales, pero precisamente la pertenencia al grupo les hace sentirse fuertes. Luego, a pesar de que se crea la persona con un poder suficiente, “el universo es inabarcable por la mente humana”. Si el individuo cree que  controla el mundo y su entorno, es gracias a los demás: unos generan unas cosas y otros generan otras… Es una fantasía creer que te puedes enfrentar tu solo ante la vida y mundo.

Por otra parte, no debemos olvidar que la individualidad además tiene un gran coste emocional porque te va dejando solo, aislándote de los demás y te hace buscar el cambio continuo para mantener la sensación de seguridad. Decir también, que nos ha llevado a relacionarnos con mucha gente con la que no nos unen vínculos emocionales, y ha provocado como resultado que expresemos nuestras emociones  de distinta manera en función de quien tengamos delante.

Como conclusión, expresar que todos originariamente éramos seres con identidad relacional pero llegó un momento que esto cambió. Algunos seres, los hombres, se empezaron a individualizar. Mientras, la mujer siguió con la vieja identidad relacional. El hombre entonces impidió que las mujeres se individualizaran, privándoles sobre todo de leer y escribir, para evitar que comprendieran de manera racional el mundo (algo que te individualiza). Así, fueron construyendo un discurso social desde su perspectiva. Ahora bien, ellos vivían la llamada” individualidad dependiente”, pues creyéndolo o no necesitaban de lo que se habían alejado, la identidad relacional. Aunque curiosamente cuanto más lo necesitaban más lo despreciaban.

Reto: Es importante que reflexionemos, asumamos contradicciones y construyamos desde el punto en el que estamos, juntos y juntas y sin caer en luchas entre géneros que conducirían a separarnos más, una sociedad más igualitaria y justa.

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