En el quinto encuentro de las jornadas “Otra Economía está en Marcha” organizadas por Economistas sin Fronteras en marzo de 2018, antes de la actividad lúdica de improvisación por parte de “Pie varo” que cerraba el encuentro y, como última actividad formativa, tuvimos el taller número tres “Políticas para la soberanía alimentaria”.
Mi gran interés sobre esta temática me llevó a elegirlo y no defraudó. Taller ameno y didáctico, Silvia Piris, Miren Saiz y Mikel Kormenzana de Bizilur nos mostraron una introducción para entender y conocer políticas concretas de soberanía alimentaria.
Además del taller en sí, las compañeras de Bizilur nos dejaron varios documentales en los que se profundiza en la idea de soberanía alimentaria y aportan más experiencias. En mi caso, se trata del documental “Bide Berriak: La soberanía alimentaria en Euskal Herria[1]”.
Como nexo entre el taller y el documental, introducir la definición que aporta Bizilur (Asociación para la Cooperación y el Desarrollo de los Pueblos): “Consideramos la propuesta construida por y desde el movimiento campesino, la Soberanía Alimentaria, central en la construcción de nuevas relaciones sociales, como propuesta teórica, práctica y política que se basa en el derecho de los pueblos a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Frente a un modelo único basado en la centralidad de los mercados, la privatización de la vida y la generación de desigualdades, este enfoque propone colocar la sostenibilidad de la vida en el centro, relocalizar y recampesinizar la producción de alimentos, crear nuevas relaciones libres de opresión y desigualdades entre hombres y mujeres, campesinado y personas consumidoras, y entre estados, asegurar que los derechos y la gestión de los bienes comunes (agua, semillas, tierra, conocimiento) están en manos de quienes producen los alimentos, y asegurar su sostenibilidad.”
Como ejemplo, nos presentaron su experiencia en Urduña (Bizkaia), donde gracias al proyecto se incrementó el número de baserritarras (campesinxs), se creó así un cuerpo económico capaz de asumir, entre otros, el suministro de comedores públicos como son los de la escuela municipal o del hogar de mayores, prescindiendo de un servicio que estaba externalizado a empresas de catering (ejemplo de modelo empresarial opuesto), como en la mayoría de escuelas de Euskal Herria que no tienen cocina propia, siendo además un servicio más caro que la actual gestión.
La compañera Marijo Imaz del Servicio de desarrollo agroecológico de Urduña afirma que con el proyecto de creación de un sistema alimentario local, como paso para la construcción de la soberanía alimentaria, se están recuperando las relaciones entre productores y consumidores, producciones que antes no se hacían; prácticas que se habían quedado de lado; explotaciones que carecían de futuro y gracias a ellas, van a seguir en el sector.
Esta filosofía, tanto en la producción como en el consumo, diferencia, no ya entre agricultura ecológica y no ecológica, sino entre agricultura “campesina” y agricultura industrial. Es decir, un cultivo puede ser a la vez ecológico e industrial, con lo que puede contribuir a la explotación natural (del medio) y humana (de lxs trabajadorxs).
Por el lado de la producción, pueden no usarse abonos y líquidos contaminantes, que las semillas no sean transgénicas, incluso el uso de agua sea sostenible, es decir, sea un cultivo ecológico. Aún así, las variedades cultivadas (las que venden los viveros) pueden no ser las más idóneas según las condiciones físicas del medio (humedad, horas de insolación, temperatura o plagas), con lo que las variedades que mejor se adaptan puede que no se estén cultivando, ya que estas suelen ser desplazadas por las semillas de los grandes laboratorios mundiales.
La semilla es el principio real de la soberanía alimentaria para Zaira del Río del EH Hazien Sarea[2] (Red de Semillas de EH). El 67% de las semillas que se emplean actualmente está en manos de diez empresas, que además son menos resistentes a plagas y enfermedades. A la industria le compensa hacer plantas dependientes, porque esa misma empresa que vende la semilla, también vende el tratamiento. Por ejemplo, la multinacional Monsanto, como nos explica Ibabe Urzelai.
Aitor Catalán de Erriberako Sare Agroekologikoa[3] (Red agroecológica de la ribera navarra) añade que se ha perdido el 80% de las variedades de las verduras que se consumían hace 60-70 años. “Cada vez se van perdiendo más, vas a los viveros y tienen 2-3-4 variedades, mientras que antes en cada pueblo había una o varias variedades diferentes.”
Por el lado del consumo, el sistema planteado requiere de compromiso a la hora de adquirir los productos agroganaderos. Supone cambiar de hábitos de consumo, volver a comer productos de temporada, comercio de proximidad y, sobre todo, de contacto entre las partes, creándose redes, retomándose las relaciones de vecindad y cooperación que siempre hubo en los pueblos y barrios, que con la individualización del sistema se perdieron. La idea es retomar y construir una nueva relación que acerque a las personas productoras y consumidoras, siendo corresponsables de cómo producimos los alimentos (Nadia Ayuso, Esnetik[4]).
A modo de conclusión, Alberto Iglesias del colectivo Arantzadi Bizirik/ Salvemos las huertas lo tiene claro: “Tienes una lección muy clara, o te pones a competir como un perro para conseguir los recursos más básicos, o te pones a cooperar con la gente que te rodea para conseguir recursos de bastante más calidad”. En estas sencillas palabras se recoge una idea muy clara. El mundo cada vez es más complejo, más individualista, más egoísta y en el que cada vez es más difícil relacionarse, algo vital para nuestra especie. ¿Es este el mundo que queremos?
[1] http://bideberriak.eus/es/portfolio/documental-bide-berriak/
[2] Asociación sin ánimo de lucro, promueve el uso y cultivo de variedades locales poniéndolas a disposición de quien las solicite. De este modo, se intenta frenar la pérdida de la biodiversidad. En la actualidad cuentan con un Banco de Semillas que han sido obtenidas mediante prospecciones realizadas en diferentes áreas de EH. Este espacio es dinámico, ya que se realiza una importante labor de regeneración y el número de variedades incluidas aumenta, gracias al trabajo voluntario de guardianes e informantes que aportan semillas y conocimiento sobre su manejo (http://www.haziensarea.org/).
[3] La conforman personas productoras y consumidoras que pretenden impulsar un modelo agroecológico en la Ribera navarra como una respuesta crítica y activa a la modernización del sistema agrario y a sus nefastas consecuencias sociales, culturales y ecológicas en esta región. Pretenden avanzar hacia la soberanía alimentaria a través de la agroecología y el consumo responsable; favorecer el acceso a productor agro-saludables al mayor número de personas posible; abrir canales de distribución directa e intercambio de productos ecológicos, así como potenciar el empleo social alternativo.
[4] http://www.esnetik.com/