Por Elia Quiroga López
Artículo publicado en Ágora, 29 de noviembre, 2017
Si bien las características de los créditos rápidos y las consecuencias de su consumo ya han sido expuestas en artículos como “Siete razones para no pedir jamás un microcrédito” [1] y “El negocio de los créditos rápidos” [2], su crecimiento sigue siendo exponencial, por lo que cabe preguntarse cuál es la causa que invita a los consumidores y consumidoras a demandar cada vez más estos productos. Las causas que contribuyen a este aumento son diversas y muestran el panorama real que asola a España, destacando las siguientes:
La exclusión financiera
La Comisión Europea define la exclusión financiera como el “proceso por el cual la gente encuentra dificultades en el acceso y/o uso de servicios y productos financieros en el mercado general, que sean apropiados a sus necesidades y les permitan llevar una vida social normal en la sociedad a la que pertenecen”. Actualmente es fundamental poder acceder a los servicios que ofertan las entidades bancarias, pues nuestra vida se encuentra fuertemente vinculada al acceso a financiación que permita la adquisición de una vivienda, de un vehículo, la apertura de un negocio etc.
Existen determinados aspectos que fomentan la exclusión financiera, destacando la ubicación geográfica y la pobreza. Algunas zonas rurales de España no cuentan con sucursales bancarias (la tendencia es que cada vez haya menos), y esta situación se agrava por la dificultad que encuentran en el uso de la banca online las personas que residen en las zonas rurales debido a la elevada edad de sus habitantes y la brecha digital que se está agravando en España según la CNMC.
Por lo tanto, la exclusión financiera está directamente relacionada con el cierre de sucursales bancarias. En junio de 2017 se contabilizaron 27.974 oficinas en España [3], en 2015 había 31.155, en 2013 el número era de 33.786 y en 2008, antes de la crisis, 46.221. Esta significativa reducción agrava el grado de vulnerabilidad de las personas de la zona que no presentan otra forma de acceso a los servicios financieros.
La pobreza es otro elemento determinante dentro de la exclusión financiera. En 2016, el 22,3% de la población española se encontraba en situación de riesgo de pobreza, es decir, 10.382.000 personas, siendo uno de los valores más elevado de toda la serie histórica. Desde el inicio de 2017, se ha aumentado en 0,2 puntos [4]. Estas personas sufren una exclusión financiera porque no cumplen los requisitos mínimos que imponen los bancos para poder disfrutar de la financiación que ofertan.
Por lo tanto, las personas afectadas por la exclusión derivada de su ubicación geográfica, las que lo están por el cierre de más de 18.000 oficinas bancarias desde 2008 y el 22,3% que no cumple los requisitos exigidos por su situación económica no tienen la opción de acceder a los servicios bancarios. Si no pueden afrontar las obligaciones propias, tampoco tendrán una subsistencia autónoma, al no poseer recursos de financiación. Esto genera que, para evitar la desvinculación con el sistema, los créditos rápidos puedan contemplarse como una alternativa “cómoda” que ayude a satisfacer sus necesidades de financiación.
Otro factor que condiciona el consumo de créditos rápidos es el sobreendeudamiento. Entendiendo éste como la situación en la cual el patrimonio presente del consumidor resulta claramente insuficiente para hacer frente al pago íntegro y puntual de sus deudas. Esta situación afecta y condiciona la vida de la ciudadanía, mermando su calidad y bienestar. Tanto es así, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) valora la salud financiera como un índice relevante para medir la calidad de vida de las personas.
Las circunstancias que empujan al sobreendeudamiento son de diferente índole, pudiendo destacarse la pérdida del empleo, negocio fallido, sucesos imprevistos, etc. Otra causa importante del sobreendeudamiento son las pautas de consumo. Vivimos en una sociedad inmersa en una vorágine consumista de necesidades incesantes y gasto desmesurado, con el agravante de poder financiar cualquier compra; el hábito de recurrir al crédito se ha instaurado y masificado en nuestra sociedad. Nuestra cultura potencia el endeudamiento, incorporándolo totalmente en nuestro modelo de vida, tanto es así que no poder acceder al crédito supone un impedimento para la integración social.
Las personas con sobreendeudamiento no pueden recurrir a la financiación ofertada por las entidades bancarias, debido a su alto nivel de riesgo; sin embargo, los créditos rápidos no presentan ningún requisito mínimo a la hora de solicitarlo. En 2016 se realizó un estudio sobre el perfil de demandantes de estos créditos y el 96% de la muestra presentaba sobreendeudamiento, usando este tipo de crédito para poder hacer frente a las cuotas de diferentes créditos contraídos, agravando con ello su nivel de endeudamiento.
Las características del producto constituyen otro factor que motiva el consumo de este tipo de créditos. La rapidez, la inmediatez, la sencillez, las pequeñas cantidades, los cortos plazos de devolución, la comodidad de hacerlo desde casa y la ausencia de preguntas hacen de estos créditos un producto muy recurrente, en el que no hay que presentar documentación ni justificar el uso del dinero. El pequeño importe que suele solicitarse, en torno a los 1.000 euros, aporta la sensación de que la devolución del montante va a ser sencillo y no va a generar problemas ni ataduras en el tiempo.
Un cuarto factor estrechamente vinculante es la publicidad. Convierte a los créditos rápidos en la alternativa más común fuera del sistema bancario tradicional. Es una causa fundamental, ya que el crecimiento exponencial de estos créditos no habría sido posible sin la difusión que se realiza de los mismos a través de la publicidad.
Es sabido que los créditos rápidos no son un recurso acertado para financiarse, debido a la falta de regulación, pero la realidad es que en España hay un gran número de personas que no tienen la opción de recurrir al sistema bancario tradicional, por lo que tienen que requerir a otras opciones para satisfacer sus necesidades.
El aumento en el consumo de créditos rápidos evidencia una realidad: el sistema bancario tradicional de España no satisface las necesidades de todos y todas las ciudadanas, siendo cada día más clasista con la población y menos eficiente con sus funciones.
Notas:
[1] Sabaté, J. (2017). "Siete razones para no pedir jamás un microcrédito". Eldiario.es. http://www.eldiario.es/consumoclaro/por_derecho/razones-pedir-jamas-microcredito_0_684181928.html
[2] Quiroga, E. (2017). "El negocio de los créditos rápidos". Diario responsable. https://diarioresponsable.com/opinion/25231-el-negocio-de-los-creditos-rapidos
[3] https://www.bde.es/webbde/es/estadis/infoest/a0448b.pdf
[4] http://www.eapn.es/estadodepobreza/ARCHIVO/documentos/Informe_AROPE_2017.pdf